ESTOY en el aeropuerto. Mi vuelo está retrasado por la niebla. Busco un rincón apartado y me siento a leer. Levanto la vista del libro y lo que veo es un conjunto de simios en aparente orden. Todos siguen las normas. Unos deambulan tirando de sus maletas, otros se comunican entre sí, la mayoría tiene la cabeza inclinada ante su teléfono móvil. Me da la impresión de que en cualquier momento puede romperse la armonía y desatarse el caos entre los simios.
Categoría: Palike
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SALVO que seamos una simulación, el ser humano y el resto de animales somos el producto de las condiciones del planeta que habitamos. De su masa, de la existencia del sol y la luna, de la composición de la atmósfera… En un planeta diferente, seríamos diferentes.
Así que me parece más sensato adorar al sol que a los dioses revelados por los profetas, a los que hemos hecho a nuestra imagen y semejanza (física y psicológica). Al fin y al cabo, gracias al sol hay vida en la tierra, Y cuando el sol se convierta en gigante roja en su proceso de extinción, engullirá al planeta y hasta luego, Lucas.
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HOY EN día es guay ser cosmopolita. Es lo opuesto a cerrado, paleto o provinciano. Pero para los antiguos griegos, “inventores” del término, tenía una connotación negativa, porque ser ciudadano del cosmos implicaba no pertenecer a ninguna ciudad concreta. Era el equivalente al apátrida de los posteriores, y todavía vigentes, estados-nación.
Diógenes Laercio se proclamaba cosmopolita en este sentido.
