SALVO que seamos una simulación, el ser humano y el resto de animales somos el producto de las condiciones del planeta que habitamos. De su masa, de la existencia del sol y la luna, de la composición de la atmósfera… En un planeta diferente, seríamos diferentes.
Así que me parece más sensato adorar al sol que a los dioses revelados por los profetas, a los que hemos hecho a nuestra imagen y semejanza (física y psicológica). Al fin y al cabo, gracias al sol hay vida en la tierra, Y cuando el sol se convierta en gigante roja en su proceso de extinción, engullirá al planeta y hasta luego, Lucas.