ALBERT Einstein y Mileva Marić se casaron en 1903, se separaron en 1914 y se divorciaron en 1919.
Cierto día de julio de 1914, Albert discutió con Mileva y se fue del apartamento familiar. A través de un amigo, le hizo llegar a Mileva una lista de condiciones que ella debía aceptar si quería que siguieran viviendo juntos*:
“A. Debes asegurarme: 1) que mi ropa estará debidamente limpia y ordenada; 2) que recibiré regularmente mis tres comidas en mi habitación; 3) que mi cuarto y mi despacho estarán siempre limpios y, sobre todo, que mi despacho sólo estará disponible para mí.
B. Renuncias a toda relación personal conmigo, en tanto que no sea necesaria por razones sociales. Concretamente, prescindes de: 1) que yo me siente en casa contigo; 2) que yo viaje contigo a ninguna parte.
C. En tus relaciones conmigo te comprometes a seguir, al pie de la letra, los siguientes puntos: 1) que no esperarás intimidad conmigo, ni me reprocharás de ningún modo; 2) que desistirás inmediatamente de dirigirte a mí, si así te lo pido; 3) que saldrás de mi dormitorio o despacho inmediatamente y sin protestar, si así te lo pido.
D. Te comprometes a no menospreciarme, de palabra o de hecho, ante los niños”.
En un principio Mileva accedió, pero la cosa no funcionó y acordaron la separación: Mileva abandonaría Berlín para establecerse en Zurich con los niños y Albert le pasaría una pensión de 7.000 francos suizos anuales.
Hacía ya un par de años que Albert mantenía una relación sentimental con su prima Elsa Löwental (de soltera Einstein), divorciada y con dos hijas, y quería casarse con ella. Pero Mileva no dio su consentimiento para el divorcio hasta el verano de 1918. Como parte del acuerdo, Albert debía entregarle el importe del premio Nobel, aunque todavía no lo había ganado (se daba por seguro, porque ya había sido nominado seis veces). El proceso de divorcio, cuya base fue el adulterio de Albert, finalizó en febrero de 1919.
El juez le prohibió a Albert casarse durante los dos años siguientes, pero se hizo el loco y se casó con Elsa cuatro meses después (ya llevaba tiempo viviendo con ella y sus hijas).
Albert declaró: “Me siento feliz con mi actual esposa, que no entiende nada de cuestiones científicas”.
* Einstein, Peter D. Smith, 2003 (trad. Antonio Gude).