LO QUE más me gusta del sol es la sombra. Aunque no todas las sombras son iguales.
La sombra de toldo es honesta pero ineficaz. Sólo puedo soportarla durante un rato y con incomodidad.
La sombra de árbol es traicionera. Un hombre de campo (es decir, un sabio) me explicó una vez que es peligroso dormir la siesta a la sombra de una higuera, incluso un día de verano de mucho calor. Se corre el riesgo de quedar “pasmado” (una especie de parálisis, con suerte, pasajera). Otro árbol de sombra peligrosa es el nogal, según cuenta Delibes por boca del señor Cayo: el señor Benito se sentó a la sombra de un nogal un jueves por la tarde y el domingo por la mañana ya le habían dado tierra.
La sombra de piedra es segura y fiable. Las de ladrillo, bloque u otros materiales puede que se le parezcan, pero no son iguales. La sombra de piedra es la única cien por cien sombra. Es mi favorita. La negra sombra que me asombra.
