QUE EL TIEMPO transcurre de atrás hacia delante, parece una perogrullada. Pero en realidad solo es un convenio cultural. Para los aimara, el tiempo va justo al revés: de delante hacia detrás. El pasado está delante (por eso puede verse lo que ya ha ocurrido) y el futuro está detrás (por eso no puede verse lo que va a ocurrir).
No es que estén locos estos aimara, en realidad no somos tan ajenos a su idea sobre el tiempo. En nuestro idioma, algo “anterior” o que ocurrió con anterioridad (en el pasado) está, precisamente, “ante” nosotros o “delante”. La parte “anterior” de algo es la parte de delante. Y algo “posterior” o que ocurrirá con posterioridad (en el futuro), está detrás. La parte “posterior” de algo es la parte de atrás.
El concepto de los aimara sobre el devenir del tiempo me parece más interesante que, digamos, el occidental. Porque nacemos con una cantidad de tiempo asignada que es finita (aunque desconocida a priori) y que se va descontando al ritmo de sesenta segundos por minuto. Se avanza en el espacio, pero se retrocede en el tiempo. Cuando el temporizador llega a cero, hasta luego, Lucas. Moraleja, …