EN UN parque de la ciudad, el ayuntamiento ha organizado un pequeño espectáculo con dos tipos de sillas para los espectadores: sillas más guays en las primeras filas y sillas más modestas detrás.
Las sillas más guays de las primeras filas son para los VIPs y las más modestas de detrás, para la plebe.
Al organizador (alguien del ayuntamiento o contratado por el ayuntamiento) le parece que es lo suyo hacer la distinción entre VIPs y plebe (o gordos y flacos, como decía un amigo mío). A lo mejor no por maldad, sino por simple paletismo (el paletismo municipal es proverbial).
A los VIPs les parece un derecho natural tan obvio que ni se lo plantean.
A la plebe le parece un derecho natural de los VIPs tan obvio que tampoco se lo plantea (salvo para desear ser VIPs).
A mí me parece un «microclasismo» menos inocente que la chorrada que aparenta ser. Por no hablar de que el pequeño espectáculo ha sido pagado con dinero público.
