LO SIGUIENTE que hice fue reducir el uso del navegador Chrome, ya que, según indica la política de privacidad de Google, la empresa “puede” recoger, entre otros muchos datos, “el historial de navegación de Chrome que has sincronizado con tu cuenta de Google”.
Mantuve instalado Chrome para usarlo de vez en cuando con los servicios de la propia Google (como la ofimática, que hay que reconocer que está muy bien). Como navegadores adicionales instalé Firefox en el ordenador y DuckDuckGo en el móvil.
Para quien no lo conozca, DuckDuckGo es un motor de búsqueda centrado en la privacidad (bloquea los rastreadores y no recoge ni comparte información personal del usuario), que también ofrece extensiones para los navegadores (incluido Chrome) y un navegador propio para móviles iOS y Android.
Puede parecer innecesario instalar un navegador alternativo, pudiendo configurar Chrome para mejorar su privacidad (lo más radical y efectivo es desactivar la sincronización con la cuenta de Google), pero tiene tantos trucos que preferí la opción de usar un navegador diferente.
Claro que utilizar otro navegador no evita que Google y otras páginas recojan información sobre ese navegador y su configuración, así como, probablemente, la hora y la URL de la petición y otros datos. Sobre todo en el caso de que sigamos utilizando el motor de búsqueda de Google (este fue el siguiente paso, del que hablaré en una próxima ocasión) o si no configuramos correctamente ese navegador.
La verdad es que no nos lo ponen fácil a los usuarios de a pie. Por ejemplo, la opción de “No rastrear” en Firefox o “No realizar seguimiento” en Chrome, es ignorada olímpicamente por la mayoría de sitios, incluyendo a Google. Lo reconocen directamente en la ayuda de Chrome: “La mayoría de los sitios y servicios web, incluido Google, no modifican su comportamiento cuando reciben solicitudes de la opción «No realizar seguimiento». Chrome no proporciona información acerca de qué sitios y servicios web respetan estas solicitudes, ni sobre cómo los sitios web las interpretan”.
Así que no vale la pena complicarse demasiado. La premisa, en esta ciber-selva donde todos luchan a brazo partido por obtener nuestros datos, es que la diversidad de herramientas y proveedores reduce la profundidad de la integración de los servicios y se lo pone un poco más difícil (solo un poco) al Gran Hermano.