ANTES del euro, la moneda francesa era el franco, un detalle que nuestro dictador Francisco no tenía que haber pasado por alto.
En justa reciprocidad debió sustituir la peseta por el petén o, mejor aún (en aras de la buena vecindad), por el degól.
Nota psicológica: El uso de la tilde en la españolización de la palabra (ellos también afrancesaron el franco) tendría dos intenciones. Por un lado, reforzar su “agudez”, en homenaje a nuestros vecinos del norte. Por otro, mostrar el poder absoluto del dictador sobre cualquier norma previamente establecida, incluso, o con más razón al tratarse precisamente de un dictador, las de la ortografía.