Hay dos formas de ateísmo: creer que Dios no existe (ateísmo positivo) y creer que sí existe, pero no creer en él (ateísmo negativo).
Si uno lo piensa un poco, parece complicado que Dios exista. Digamos que no tiene pinta de existir. Y, si existiera, sería difícil creer en él viendo cómo anda el orbe. Incluso con lo del libre albedrío y bla, bla, bla, no parece un tipo de fiar (por decirlo suavemente).
Como escribió Joules Renard en su Journal: «Dios no es una solución, nunca arregla nada».