EL PODER consiste en hacer que los demás hagan lo que uno quiera. El verdadero poder solo se ejerce mediante la superioridad física directa o bajo la amenaza de ejercerla. La persuasión no es verdadero poder. Salvo que se base, precisamente, en la amenaza de ejercer la fuerza física.
Existen muchas esferas de poder. Las más típicas son la doméstica, la laboral y la social. En la esfera social hay cuatro actores principales, dos virtuales y dos reales. Los dos virtuales son los gobiernos (en sentido amplio: diputados, ministros y jueces) y las empresas. Los dos reales son las élites y el pueblo llano. Las élites se dividen, a su vez, en dos grupos: élites gubernamentales y élites empresariales. Esto es, las personas que desvirtualizan (dan vida) a los gobiernos y empresas, que en realidad son meros constructos mentales. Por su parte, el pueblo llano también se divide en otros dos grupos: lacayos y pringados.
Los gobiernos (es decir, las élites gubernamentales) ejercen el verdadero poder, porque tienen herramientas para ser obedecidas por el pueblo llano y, al menos en teoría, también por las empresas (es decir, por las élites empresariales). La herramienta definitiva de los gobiernos, que respalda en última instancia la ejecución de sus resoluciones (ya sean justas o injustas), es la policía, porque lleva armas y puede ejercer la fuerza física. Por ejemplo, si un pringado no paga los impuestos que decide el gobierno, éste puede ordenar el embargo de su sueldo y de su cuenta corriente y/o detenerlo (por la fuerza) y enviarlo al talego (cárcel, prisión, chirona, trullo o trena). La obediencia, tanto de las empresas que le embargan el sueldo y la cuenta, como del propio pringado, se basa en el sometimiento a la fuerza física.
Por supuesto que los gobiernos (es decir, las élites gubernamentales) tratan de ocultar el ejercicio de la fuerza física bajo un manto de moralidad y defensa del bien común, manteniendo un delicado equilibrio entre orden y (sensación de) libertad.
El poder de las empresas (es decir, de las élites empresariales) en sus respectivas esferas, por ejemplo, para implementar sus políticas de personal (sueldos, horarios, vacaciones, etc.), también se basa en el poder de los gobiernos. Hay una intersección entre ambas esferas. Un empleado infractor en la esfera laboral puede ser denunciado en la esfera social y, en consecuencia, ser sometido a la fuerza física gubernamental.
En la esfera social, las empresas (es decir, las élites empresariales) ejercen sutiles e importantes formas de poder gracias a su capacidad de generar empleo y producir bienes y servicios. Su principal herramienta de poder es el dinero, aunque es una herramienta de segundo orden, porque no permite ejercer la fuerza física directa. Bueno, salvo que se utilice para contratar sicarios, como hacen las mafias y cárteles. El problema es que eso las enfrentaría a los gobiernos (es decir, a las élites gubernamentales). Es mucho más sensato utilizar el dinero para comprar las voluntades de aquellos miembros de las élites gubernamentales menos brillantes, intelectualmente hablando. Esta práctica, lamenteibolmente bastante común, se denomina corrupción.
Los lacayos son el grupo del pueblo llano que se encuentra al servicio de los gobiernos para materializar el ejercicio de la fuerza: soldados, policías, científicos, tecnólogos y burócratas de toda índole. Los lacayos no están a salvo del poder. Si se desvían de sus funciones (con razón o sin ella), pueden ser castigados por los otros lacayos. En todo caso, los lacayos son una especie en extinción. En los próximos años serán sustituidos por la IA y robots armados. Los lacayos científicos y tecnólogos ya están trabajando en ello (solo por el reto).
Nota de disculpa: Perdón por repetir tanto, entre paréntesis, lo de las élites gubernamentales y empresariales. Era para recalcar que los gobiernos y las empresas sólo son constructos mentales y detrás hay personas humanas (bueno, diosecillos).
