EL OTRO día conocí a un tipo (de profesión abogado) que estaba en contra de la energía fotovoltaica porque, según él, «se consume mucha agua limpiando los paneles solares». Yo me dije para mis adentros que también hay que limpiar las ventanas y (casi) nadie está en contra. Pero luego el tipo dijo que la mejor energía era la nuclear «porque es limpia y no consume agua». Entonces pensé que no estaría mal hacer un poco de pedagogía con este asunto. Humildemente y tal.
Exceptuando precisamente la fotovoltaica, las centrales generan electricidad haciendo girar una espira de material conductor, por ejemplo, cobre, entre dos imanes. Así de simple. Como hay que gastar energía en mover la espira (que podemos llamar «generador»), lo que está ocurriendo en realidad es una transformación de otro tipo de energía en energía eléctrica. Un detalle importante a tener en cuenta es que la energía que se genera tiene que ser igual, en cada instante, a la que se consume.
El generador puede moverse con energía cinética, por ejemplo, con un molino de viento (eólica) o de agua (hidroeléctrica), donde la energía cinética se obtiene de la energía potencial del «salto de agua». La hidroeléctrica es maravillosa, porque es verdaderamente limpia y permite regular al instante la velocidad del generador, para controlar la cantidad de electricidad que se genera en cada momento. Se hace, literalmente, accionando un grifo para aumentar o disminuir el caudal de agua.
La energía cinética también puede obtenerse a partir de la energía térmica, quemando un combustible, generalmente fósil, en un motor. Puede ser como un motor de coche (o de barco, más bien) o como una turbina de avión. O también puede ser indirecta, usando el combustible para hervir agua en una caldera (como una tetera doméstica, pero a lo bestia) y es el vapor de agua el que mueve la turbina, que, a su vez, mueve el generador. En estos casos se usa agua para refrigeración. Se toma del mar, de un lago o de un río, y se devuelve un par de grados más caliente. En teoría se devuelve limpia, pero el aumento de temperatura genera sus problemillas ecológicos. La contaminación de estas centrales viene de los gases generados en la combustión (el escape, en el caso de los motores, para entendernos). Otro problemilla de este tipo de generación es que el control de la cantidad de energía generada es más lento que en la hidroeléctrica. Digamos que el sistema tiene cierta inercia.
En el caso de la nuclear, la transformación también es indirecta: la energía térmica generada por la reacción nuclear no se transforma directamente en energía cinética, sino que se usa para hervir agua en una caldera y el vapor mueve la turbina. El humo blanco que se ve saliendo de las centrales nucleares no son gases contaminantes, sino vapor de agua. En este sentido sí son más limpias. Y, lo mismo que antes, también necesitan refrigeración: se toma agua y se devuelve un par de grados más caliente. Es decir, que sí consumen agua (para la caldera) y además calientan el agua del entorno. De hecho, la dependencia de un caudal constante de agua es crítica para las centrales nucleares (para refrigerar el reactor aunque no estén generando electricidad) y en Francia ya han tenido algún susto por culpa de las sequías provocadas por el calentamiento global.
Además de ser poco flexibles para generar más o menos electricidad (digamos, para simplificar, que funcionan en modo todo o nada), un problema serio de las centrales nucleares son los residuos radiactivos, que tardan milenios en descomponerse (desintegrarse). La idea es depositarlos en «cementerios nucleares», supuestamente seguros, para que sean gestionados generación tras generación (de esta herencia a los jóvenes no suele hablarse, dicho sea de paso). Pero se han hecho (y probablemente se siguen haciendo) auténticas locuras con los residuos nucleares, como tirarlos en barriles al fondo del mar. En conclusión, desde el momento que la energía nuclear genera residuos peligrosos y difíciles de tratar, no puede considerarse una energía limpia.
Pero el verdadero problema de la energía nuclear, en mi opinión, es la propia radiactividad, que es incompatible con la vida y hay que mantenerla confinada a toda costa. Los defensores de las nucleares creen que es posible hacerlo, a pesar de los contraejemplos como Chernobil o Fukushima. A mí me parece de una soberbia descomunal, pero en fin.
Otro argumento de los partidarios de la energía nuclear es que es barata. Haciendo la cuenta de la vieja, puede ser, pero a mí no me lo parece: el coste del accidente de Fukushima fue de 100.000.000.000 €.

