Las tribulaciones de un marinero en tierra

#289 Mente en calma

EN ESTOS tiempos de ruido y confusión, estoy intentando hacer algunas cosas para mantener la mente en calma. (Es lo que hago yo, no recomiendo nada ni digo que lo tengan que hacer los demás; sólo lo cuento por si a alguien le sirve de inspiración y tal).

Cosa uno. No juzgar a los demás a la primera interacción. La otra persona puede tener un problema o estar viviendo unas circunstancias de las que no tengo ni idea. Entre tener razón o ser amable, siempre hay que escoger ser amable.

Cosa dos. No intentar abarcar demasiadas cosas a la vez. El tiempo y la energía (física, mental y emocional) son limitados. No se puede decir que sí a todo, ni a los demás ni a uno mismo. Nadie puede con todo, todo el tiempo.

Cosa tres. Olvidar la palabra «productividad». No tengo ningún interés en producir más, ni en el curro ni en lo personal. Todo lo que hago no tiene que tener un propósito ni una utilidad, ni tengo que sacar una lección de todo. Hay que evitar a toda costa la «hamsterización». Es patética no, lo siguiente.

Cosa cuatro. Aceptar las propias decisiones. Toda elección es una renuncia. Cuando escojo un plato en el restaurante, renuncio al resto de la carta. Cuando escojo viajar a un sitio, renuncio al resto de lugares del mundo. Los economistas llaman a esto el «coste de oportunidad» y lo calculan en euros y todo. Pero es más simple: se trata de disfrutar de los pros de la opción elegida en vez de amargarse con sus contras o con los hipotéticos pros de las otras opciones.

Cosa cinco. No quejarse o lamentarse demasiado (sólo un poco, para tampoco ir de iceman o icewoman de la vida), por las cosas que ocurren y no dependen de uno. Sobre todo por cosas cotidianas que no son de vida o muerte. No sirve de nada y además es inútil.

Cosa seis. No intentar gustarle a todo el mundo ni tener la aprobación de todo el mundo. No se puede y además es imposible.

Cosa siete y (un poco) paradójica. No intentar aparentar estar calmado si no se está de verdad. Sería un poco ridículo. Estar calmado no es un rol, sino un rasgo del carácter que se va adquiriendo poco a poco y tal.

Cosa de propina. No ver las noticias de la tele y pasar de las redes sociales (istagrán, féisbuc, equis y tictoc) como del agua sucia. Esto no lo digo como quien recomienda una dieta que requiere un gran sacrificio. Si se piensa bien, estar perdiendo el tiempo vociferando en las redes es de pringado. Qué digo de pringado, de súper pringado. Lo guay es nadar en libertad.


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