MIS dinosaurios favoritos son el pingüino y la cigüeña. Digo que son dinosaurios para desmentir el mito de su extinción de la faz (y la atmósfera) de la Tierra por culpa del meteorito. Pero no me quiero ir por las ramas. A lo que voy es que me encantan el pingüino y la cigüeña.

El pingüino es un bicho simpático y elegante, pero ese no es el motivo por el que me gusta. Incluso tiene en su contra el no poder volar, que es un superpoder que me flipa. Por su parte, la cigüeña hace unos nidos alucinantes en los sitios más pintorescos cuando vuelve de París, pero tampoco me gusta por eso.

Me gustan porque… se escriben con la u con los dos puntitos encima (diéresis para los eruditos). Puede parecer una chorrada y, efectivamente, lo es. Pero también es un criterio como otro cualquiera. Se puede argüir que nuestra forma de llamarlos (pingüino y cigüeña) no es una característica intrínseca de los susodichos bichos, sino una simple convención de los humanos castellanohablantes (o, mejor dicho, castellanoescribientes). Es totalmente verdad, no sabemos cómo se llamarían el pingüino y la cigüeña a sí mismos. Pero no me avergüenza reconocer que la u con los dos puntitos me divierte, me parece un oasis en el desierto de la ortografía.

Bueno, y también me gustan porque se sabe desde la antigüedad que ni el pingüino ni la cigüeña son pájaros de mal agüero.