EN ESTOS tiempos convulsos del money first, la bondad tiene mala prensa. Una persona buena es considerada blandengue y estúpida. Básicamente, una débil mental. Y se usa la palabra «buenista» como un insulto.
Sin embargo, la bondad es la cualidad humana que más valoro. Me parece que es la única virtud verdadera. Incluso la conecto con el concepto de inteligencia. La inteligencia ha sido definida de muchas formas, como la capacidad de razonar, de crear, o de adaptarse a un entorno cambiante. Pero yo creo que la definición más certera es que la inteligencia, la auténtica inteligencia, es la bondad.
Actuar con bondad es inteligente, porque es la única forma de resolver cualquier conflicto de forma permanente. ¿Y eso por qué? (Pregunta retórica). Porque la bondad es el antídoto natural del odio. De hecho, es el único. Ninguno de los conflictos actuales podrá resolverse desde el odio. El odio se transmite de generación en generación y el conflicto, aunque termine, permanecerá latente para siempre. La bondad es la vacuna y el remedio para el virus del odio.
Esta definición contradice la noción, comúnmente aceptada, de que una persona puede ser inteligente y al mismo tiempo actuar con maldad, como Hitler o Leopoldo II de Bélgica. Para mí, hacer el mal es incompatible con la inteligencia. Inteligente malvado (o malvado inteligente) es un oxímoron.
Esto también es aplicable a la tecnología de moda: la inteligencia artificial, IA para los amigos. Está claro que puede usarse para el bien (salvar personas detectando tumores). Pero desde el momento que también puede aplicarse para hacer el mal (matar personas con drones), no deberíamos llamarla inteligencia. Se me dirá que la IA es neutra, que la bondad o maldad está en la persona que la usa. Pero eso es una verdad a medias: lo que se pretende, y ese es su peligro, es que tome decisiones autónomas (conducir un coche o escoger el blanco de un dron). No es un instrumento «puro» como un martillo.
La peña está preocupada por los puestos de trabajo que la IA se está llevando por delante y (algunos) por su bestial consumo energético. A mí también me preocupa que estamos creando un monstruo, tan a nuestra imagen y semejanza de simios que desprecian la bondad, que decimos que es inteligente.
