A PESAR de mi edad provecta, es decir, de ser un viejales, siguen existiendo cuestiones elementales sobre mi religión (a la que me adscribieron mis padres en mi más tierna infancia), que no acabo de pillar. Por ejemplo, el asunto de las vírgenes.
Con los santos y santas lo tengo más claro: eran personas humanas súper buenas, que fueron declaradas como tales por la Iglesia, tras un típico procedimiento burocrático. El resultado es un elenco de santos y santas diferentes, identificados cada uno por su nombre. Con las vírgenes, sin embargo, la cosa no es tan sencilla. Tenemos la Virgen de la Candelaria, del Rocío, de Guadalupe, de Montserrat, de Covadonga, de Fátima, y cienes y cienes más. ¿Son todas la misma con distintos nombres o son individualidades diferentes?
Tras un arduo estudio, he llegado a la conclusión de que son la misma, porque todas aparecen representadas con un bebé, y no hay duda sobre la unicidad de Jesús (en mi Catecismo dice que es unigénito). Y no está documentado que el Espíritu Santo hubiera estado fecundando vírgenes a lo loco. En efecto, la Iglesia (que tiene respuestas para todas nuestras tribulaciones) denomina a este curioso fenómeno «advocación mariana». O sea, que todas las vírgenes son una representación de la única y original Virgen María. Podríamos denominarlas «vírgenes virtuales» o «vírgenes interpuestas». Hay varios tipos de advocaciones: por dones o atributos (Virgen de la Esperanza, de la Humildad, de los Buenos Libros, Estrella de Mar o Stella Maris…); por países; etcétera.
El panorama divino general quedaría configurado como sigue:
- Santísima Trinidad: Dios, Jesús y el Espíritu Santo.
- Ángeles y Arcángeles: Gabriel, Miguel, de la guarda y otros tipos sin cuantificar.
- Santos y santas: Estimados en torno a 10.000, de los cuales unos 2.000 tienen celebración oficial.
- Virgen: María, con unas 1.200 advocaciones reconocidas oficialmente.
Considerando que los practicantes de esta religión creen en todas estas divinidades, les rezan, les piden cosas, y las sacan en procesión, no es disparatado afirmar que el catolicismo es un politeísmo. O, según la tipología de las religiones de Anthony F. C. Wallace, es una religión «olímpica», caracterizada por un panteón jerárquico con deidades poderosas. (Por curiosidad, los otros tres tipos son: chamanística, comunal y monoteísta).
