SAN MATEO es el único de los cuatro evangelistas que menciona a los que ahora llamamos Reyes Magos. Su relato es bastante breve:
Unos magos de oriente (no dice que fueran reyes ni que fueran tres) se presentaron en Jerusalén y preguntaron por el «nacido rey de los judíos». Dijeron que habían visto su estrella (en esa época todos los reyes tenían una) y querían adorarlo. El rey Herodes se inquietó (con razón, porque el rey era él y su propio hijo, Arquelao, ya era talludito) y preguntó a los sabios (pontífices, letrados y tal), dónde había nacido ese niño. Le contestaron que en Belén, «pues así está escrito por el profeta». Herodes informó personalmente a los magos de que el sitio en cuestión era Belén, y les pidió que lo avisaran cuando lo encontraran, para ir él también a adorarlo (aunque en realidad quería cargárselo). Los magos fueron a Belén y se alegraron a tope, porque la estrella «se colocó sobre donde estaba el niño». Entraron en la casa (no dice nada de un pesebre) y vieron al niño con María, su madre (tampoco nombra a José, ni al jumento ni al buey). Se postraron ante él y le ofrecieron los famosos regalos: oro, incienso y mirra. (Yo estuve décadas pidiendo mirra y nunca me la trajeron). Después, «avisados en sueños de no volver a Herodes, regresaron a su país por otro camino». Fin de la historia de los magos de oriente.
A lo mejor analizaremos en un futuro palike cómo este breve relato ha llegado a convertirse en la reprobable conspiración del mundo adulto contra la infancia, que se escenifica cada 6 de enero en nuestro país. Pero lo que me interesa ahora es lo que después sigue contando el bueno de san Mateo.
El primer fallo de los magos de oriente había sido preguntarle a Herodes. Y como encima se fueron a la francesa y no se chivaron sobre el paradero de Jesús, Herodes se engoriló al máximo y mandó matar a todos los niños de menos de dos años, en Belén y sus alrededores. Fue una escabechina terrorífica (que pesa sobre la conciencia de los magos de oriente), pero Jesús pudo salvarse. Fue gracias a que «un ángel del Señor» se apareció en sueños a José y le dijo que se piraran a Egipto a toda pastilla. La matanza de niños inocentes perpetrada por Herodes también pesa sobre la conciencia de aquel ángel (suponiendo que los ángeles tengan conciencia), por no haberles dado el toque al resto de familias de la comarca.
El caso es que Jesús fue el primer inmigrante ilegal de nuestra era (inaugurada por su propia venida al mundo), junto a sus padres, ya que era un bebé. Abandonó su lugar de nacimiento por el mismo motivo que muchos de los inmigrantes actuales: para evitar que lo mataran.
Por eso me sorprende que el rechazo a la inmigración y el catolicismo más conservador se encuentren en el mismo pack ideológico. A lo peor esta gente de bien no ha leído a san Mateo (reflexionando).
