Las tribulaciones de un marinero en tierra

JESÚS no fue el único de los padres del cristianismo en morir en la cruz. El apóstol Andrés (actual san Andrés y hermano mayor de Pedro, primer papa y actual san Pedro) corrió la misma suerte. Con dos diferencias (según la leyenda) respecto a su maestro: usaron una cruz en forma de X, en lugar de la «clásica» de dos maderos perpendiculares, y lo ataron, en lugar de clavarlo, para prolongar su sufrimiento. Así se las gastaban en aquellos tiempos remotos.

El bueno de Andrés no perdió el tiempo y se dedicó a predicar desde la cruz, durante dos días, ante las miles de personas que acudían a verlo. Jules Renard se queja en una entrada de su Diario, de 1888, de que «todos lo escucharon, cautivados, pero a nadie se le ocurrió liberarlo». 

Cuentan las crónicas que algunos sí quisieron liberarlo, pero cuando lo intentaban se les quedaban paralizados los brazos y no lo conseguían. La típica jugada de Dios. O de Satanás, vaya uno a saber.

La crucifixión de san Andrés tuvo consecuencias más prosaicas. Al ser adoptado como patrón de Escocia, la cruz forma de X o «aspa» pasó a denominarse «cruz de san Andrés», y fue elegida como símbolo para la bandera nacional. Esa aspa blanca sobre fondo azul también es la bandera de la isla de Tenerife y la letra M (Mike, – – en morse) del Código internacional de señales.

La misma cruz, pero en rojo sobre fondo blanco, se denomina «cruz de san Patricio». No se sabe muy bien por qué. Afortunadamente, san Patricio, evangelizador y patrón de Irlanda (Éire), no fue crucificado, sino que murió pacíficamente en la ancianidad.

Se ve que a los británicos les gustan más las cruces que comer con los dedos. Formaron la famosa Union Jack, superponiendo la cruz de san Andrés (Escocia), la de san Patricio (Irlanda) y la de san Jorge (Inglaterra). Esta última no es una cruz tipo aspa, sino «griega» (dos trazos perpendiculares de igual tamaño, como el signo +), aunque rectangular en vez de cuadrada.

Cuando los irlandeses lograron la independencia, en 1922, no adoptaron la cruz de san Patricio como bandera, pese a ser católicos. Prefirieron, por razones obvias*, la bandera tricolor (naranja, blanca y verde) republicana.

* Los ingleses les habían dado mucha, pero mucha, caña.


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