TRAS UN recodo del camino vemos el mar. Ya lo habíamos intuido por el olor a sal. En Galicia el mar a veces aparece de repente, sin uno esperárselo, y los árboles llegan casi hasta la orilla. El mar no es la meta (la meta es el camino), pero sí es el non plus ultra. Entonces los caminantes pueden hacer dos cosas: bañarse con los pulpos o navegar por la superficie, en una barca, sin que los pulpos se den cuenta. Si navegan durante cuarenta noches se convierten en marineros. A veces el mar no deja regresar a los marineros. Aparece en la arena una tabla o un remo. Nosotros hacemos una tercera cosa: nos quedamos mirando el mar, deseando poder volar por encima de las barcas, como las gaviotas. Mañana nos bañaremos con los pulpos.

