CASI TODO el mundo opina que los niños y niñas actuales están sobreexpuestos a la tecnología, lo cualo es malísimo, y hay que limitar el uso de las pantallas, especialmente el teléfono móvil, según la edad y el contexto, por ejemplo, en el cole.
Antes pasaba algo parecido con los libros. Gloria Fuertes contaba que, cuando era pequeña, su madre le pegaba si la pillaba leyendo. A la buena señora le parecía una pérdida de tiempo. Era una humilde costurera y necesitaba que su hija se pusiera a currar a corto plazo.
¿Son realmente situaciones equiparables? Veamos si es igual un libro que un móvil:
En cuanto al acto físico de mirar una hoja de papel o una pantalla (salud ocular), parece que hay consenso (gana el libro). Libro 1 – Móvil 0.
En cuanto a las posibilidades de comunicación, también hay consenso (un libro no permite hablar con personas en ubicaciones remotas ni intercambiar mensajes en tiempo real). Libro 1 – Móvil 1.
En cuanto al contenido (lo que se lee), en principio da igual el soporte. Libro 2 – Móvil 2.
En cuanto a la facilidad de acceso al contenido, el libro tiene más «fricción» (hay que ir a sacarlo de la biblioteca o a comprarlo a la librería, etc.) que un móvil conectado a internet (atención: un móvil sin internet es más inútil que un calendario del año pasado). Este hecho tiene dos interpretaciones: la del vago (mínimo esfuerzo) y la del activo (hay que moverse y cualquier paso cuenta). Para el vago, el marcador quedaría Libro 2 -Móvil 3. Y para el activo, Libro 3 – Móvil 2.
En cuanto al volumen y variedad del contenido accesible, un móvil conectado a internet es superior (gracias al enorme volumen de información disponible en internet, más que por el móvil en sí, aunque puede almacenar el equivalente a muchos libros). Pero como la información puede ser buena, mala o regular, existen dos posibilidades. Si uno es espabilado (sabe filtrar los contenidos y tiene fuerza de voluntad para no engancharse) el móvil conectado a internet es una herramienta brutal. Pero si es menos espabilado (no sabe discernir muy bien y se convierte en adicto), tiene más peligro que una caja bombas.
Para cada combinación el marcador quedaría como sigue:
- Para los activos y espabilados: Libro 3 – Móvil 3.
- Para los vagos y espabilados: Libro 2 – Móvil 4.
- Para los activos y menos espabilados: Libro 4 – Móvil 2.
- Para los vagos y menos espabilados: Libro 3 – Móvil 3
Mi interpretación de los resultados*:
- El libro y el móvil son equivalentes para los niños y niñas activos y espabilados. Pueden usarlos indistintamente.
- El móvil gana para los niños y niñas vagos y espabilados. Para que sean más activos, hay que intentar que lo usen menos. Cuando sean más activos, podrán usarlos indistintamente.
- El libro gana para los niños y niñas activos y menos espabilados. Para que espabilen y sepan filtrar contenidos y no se enganchen al móvil, hay que explicarles cómo usarlo mejor. Cuando hayan espabilado, podrán usar el libro y el móvil indistintamente.
- El libro y el móvil también son equivalentes para los niños y niñas vagos y menos espabilados. Para que se espabilen y activen, hay que intentar que usen menos el móvil y, cuando lo usen, explicarles cómo hacerlo bien.
Conclusión final: el libro y el móvil pueden ser equivalentes si se usan bien, sobre todo el móvil, y tal. (Con esta ecuánime conclusión parezco ChatGPT).
* Puede usted hacer su propia interpretación, amable lector o lectora.
