YO ERA (y soy) el mediano de cinco hermanos: Hermano mayor, hermana mayor, yo (mediano), hermano menor y hermana menor. Una «familia numerosa»: llena de números. También tenía un chorro de primos, casi cincuenta, porque mi padre tenía una ducia de hermanos y casi todos, a su vez, tenían familias numerosas. Solo había dos excepciones. Una era mi tía T, que tenía una sola hija. En aquella época un hijo único era una rara avis. La segunda excepción era mi tío T, que no tenía ninguno ni estaba casado. Aparentemente, era el típico «soltero de oro». Trabajaba en un banco y conducía, rápido y sin cinturón, un BMW deportivo (de cuya matrícula, absurdamente, todavía me acuerdo). Una vez nos dio una vuelta a dos primos míos y a mí. Cuando mi primo P, que iba en el asiento del copiloto, iba a abrocharse el cinturón, le dijo: “No te lo pongas, conmigo no hay problema”. Tal vez se creía al margen de las leyes de la física. O que era un as del volante y los accidentes les ocurrían a otros. En esa época mucha gente estaba en contra del cinturón de seguridad porque, según decían, te podías quedar atrapado, sin poder quitártelo. Este argumento siempre finalizaba con “el cuñado de Fulanito se quemó vivo por llevar puesto el cinturón”. Locuras aparte, el caso es que mi tío aparecía de vez en cuando con una novia, pero sus relaciones, por decirlo así, nunca cuajaban. Años después me enteré de que era lo que en esa época no se podía ser. Toda la vida disimulando y sufriendo.
Por parte materna solo tenía tres primos: mi madre tenía un hermano, casado y con tres hijos, y dos hermanas solteras y sin hijos. Años más tarde, una de ellas tuvo un hijo siendo soltera, lo que provocó el típico “disgusto familiar”. Y eso que los tiempos ya habían mejorado un poco. Esto ocurrió cuando yo ya estaba en el instituto o incluso en la universidad (tendría que calcularlo), pero cuando era pequeño daba por sentado que las personas solteras no podían tener hijos. Me quedé impactado el día que un compañero de colegio comentó, enigmáticamente, que para tener hijos no hacía falta estar casado.
