Las tribulaciones de un marinero en tierra

#183 Las kellys

EN LOS últimos tiempos, cuando me quedo en un hotel, estoy implementando una sencilla técnica para aliviar el pesado curro de las camareras de piso, (auto)denominadas kellys: colgar el cartelillo de «no molestar». Una habitación que se ahorran.

El arreglo diario de la habitación es una pijada de la que puedo prescindir perfectamente. No tengo más que estirar un poco la cama y poner bien las almohadas. Ni medio minuto. No necesito toallas nuevas cada día ni que limpien nada, sobre todo si voy a estar poco tiempo, por ejemplo, un fin de semana.

Lo ideal sería que adoptara esta técnica un porcentaje no muy alto de usuarios. Si se generalizara o generalizase, los directores y gerentes de los hoteles (interpretando la voluntad de los propietarios) se apresurarían a pagarles menos horas o rebajarles el sueldo con algún truco del almendruco.

Es lo que tiene el capitalismo que nos hemos dado.


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