Las tribulaciones de un marinero en tierra

#175 Moratoria

HOY HE terminado de organizar mi biblioteca y he visto un par de libros que todavía no he leído y otro montón que me apetece volver a leer.

Mi biblioteca no es tan grande y guay como la de Pérez Reverte, pero da para leer media vida. Así que he decidido no comprarme más libros en los próximos seis meses. (Iba a venirme arriba y decir un año, pero mejor probar y tal).

No he podido evitar, como último acto antes iniciar esta moratoria voluntaria, encargar tres últimos libros en mi librería de cabecera: Las partículas elementales, de Michel Houellebecq; Hambre, de Knut Hamsun; y El hombre que se esfumó, de Maj Sjöwall y Per Wahlöö.

No hay mucho que explicar sobre Houellebecq (un amargado con una peculiar visión del mundo que, sin embargo, me gusta), pero los otros son menos conocidos.

El noruego Knut Hamsun craquizó hasta el punto ganar el Nobel de 1920, pero cayó en desgracia (con razón) por su simpatía hacia la Alemania nazi. Hambre es una de sus novelas más famosas y, por lo visto, una obra cumbre del siglo equis-equis. A ver qué tal.

Los periodistas suecos Maj Sjöwall (sueca) y Per Wahlöö (sueco), pareja sentimental, fueron los “fundadores” de la novela negra escandinava. Entre 1965 y 1975 escribieron la serie de diez novelas del inspector Martin Beck. El hombre que se esfumó, de 1966, es la segunda. ¿Por qué voy a empezar por la segunda y no por la primera, Roseanna? Ni yo mismo lo sé.

Bueno, y antes de estos tres, tengo otros dos en cola: El camino de la vida, de Tolstói; y Tao Te Ching, de Lao Tse.

Mi ritmo de lectura es variable (no tengo prisa ni ningún récord que batir), pero con este tsundoku de cinco libros, más alguna revista, más alguna niusleter de internete, más las cosas que releer (ya contaré), la moratoria va a ser pan comido. O tal vez no.


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