UNA CARACTERÍSTICA del mundo moderno es que los grupos empresariales quieren ganar pasta y los gobiernos quieren seguir en el gobierno.
La forma de conseguirlo es influir en la peña para que les compren cosas y les voten.
Para influir en la peña necesitan establecer un canal de comunicación con todos los colectivos en general y, cada vez más, con cada individuo en particular. A estos efectos, los grupos empresariales y los gobiernos suelen crear o adquirir medios de comunicación.
Como la peña no es infinita y sus recursos (de la peña) son limitados, los medios de comunicación tienen que repartirse el pastel. La principal herramienta para intentar pillar el trozo más grande es la polarización.
Los medios de comunicación no funcionan solos, necesitan contratar a profesionales de distintos campos del saber. Como esos profesionales tienen que pagar sus hipotecas y sus cosas, tienden a no contrariar a quienes les pagan el salario y suelen adoptar el punto de vista conveniente (al fin y al cabo, la realidad es poliédrica).
La información que difunden los medios de comunicación no tiende a ser veraz, neutral y honesta, sino interesada, sesgada y, muchas veces, directamente falsa. No parece buena idea utilizarla como input para construirse una visión del mundo.
