Las tribulaciones de un marinero en tierra

#159 El último duelo

ACABO de ver la película “El último duelo”, de Ridley Scott. Está ambientada en la Francia medieval y protagonizada por Matt Damon (Jason Bourne en la saga “Bourne”), que hace de Jean de Carrouges, y Adam Driver (Kylo Ren en la saga “Star Wars”), que hace de Jacques Le Gris. Los personajes están bastante conseguidos, los dos tienen cara de medievales. También sale Ben Affleck (Batman en la saga “Batman”), como actor segundario, teñido de rubio y con cara un poco menos medieval.

La película trata de cómo un mismo hecho (la violación de Marguerite, esposa de Jean, perpetrada por Jacques) es interpretado de forma diferente por los tres. Por lo visto, está basada en hechos reales.

Marguerite es la víctima y le cuenta a Jean lo ocurrido, en lugar de callarse, como le recomienda su propia suegra. Jean la cree (si no, la hubiese matado, ya que Jacques era su amigo) pero se lo toma como una afrenta personal, como si la víctima fuera él. Y Jacques niega que fuese una violación, porque le parecía lógico que Marguerite, al ser una dama, hubiese opuesto resistencia a pesar de consentir. Se despide de ella con un “no pudimos evitarlo”.

Jean denuncia a Jacques ante el rey. Como no hay pruebas, el rey decide dejar la justicia en manos de Dios. Los dos rivales se enfrentarán en un duelo a muerte (tipo torneo a caballo con lanzas y después con espadas y tal) y el que gane es el que habría dicho la verdad, gracias a que Dios estaría de su parte. Si pierde Jean, su esposa Marguerite será torturada y quemada viva, por mentir. No se andaban con chiquitas en la Francia medieval.

No contaré quién gana el duelo, si Jean o Jacques, por no hacer espóiler. Pero salí de la película pensando que estos medievales católicos estaban como cabras y eran unos fanáticos como para tenerles miedo. De locos.

Sin embargo, después de darle algunas vueltas, llegué a la conclusión de que en realidad eran súper coherentes con sus creencias. Si se cree en Dios, se cree en Dios con todas sus consecuencias. También es verdad que, en lugar de un duelo a muerte, podían haber hecho una carrera a la pata coja, pero es que esta gente tenía mucho skin in the game, como se dice ahora.

Si a dos creyentes actuales les proponemos un duelo a muerte para ver quién dice la verdad con la ayuda de Dios, seguro que se niegan en redondo. Esto es así porque el concepto de Dios se ha difuminado, se ha hecho mucho más light. Ahora se le define como “algo que uno siente”, “una fuerza interior”, etc., etc. Dios ya no es lo que era. Y la gente necesita esta disonancia cognitiva para (sobre)vivir.

De todas formas, dándole una vuelta más al asunto, el argumento de los medievales también hace aguas: nada garantiza que Dios se ponga de parte del que dice la verdad. Para empezar, porque a lo mejor dice la verdad en esto pero es una mala persona en el resto de cosas. Y para terminar, porque Dios hace su voluntad como le da la gana: en el mundo muere gente inocente, triunfan los malos y tal.

Así que vuelvo a mi conclusión inicial: estos medievales católicos estaban como cabras y eran unos fanáticos como para tenerles miedo no, lo siguiente.


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