EN LOS últimos tiempos he observado que la gente envejece de golpe. Veo que durante años van manteniendo el tipo más o menos dignamente y, de repente, zas, parece que les han caído diez años encima. Unos viejales de cuidado de la noche a la mañana.

No se trata de una sensación subjetiva provocada por mi sistema reticular, es un fenómeno que se conoce como “criticidad autoorganizada”: un sistema va recibiendo inputs y respondiendo siempre de la misma forma hasta que, cierto día, un último evento, idéntico o incluso de menor intensidad que los anteriores, provoca un comportamiento diferente.

Otro ejemplo es cuando tu pareja, para tu sorpresa, se enfada y te da boleto por una broma o un comentario que ya le habías hecho antes cienes y cienes de veces. Tal vez te sirva de consuelo saber que es criticidad autoorganizada.

Se parece a “la gota que colma el vaso” o a “la brizna que rompe la espalda del camello”, pero no es exactamente lo mismo. Se trata de que el sistema (en este caso una persona humana) se encuentra en un estado cercano a un punto crítico y, gracias a ciertos mecanismos internos y condiciones de contorno, consigue no caer en él. Pero si varían esos mecanismos y/o condiciones (aunque sea imperceptiblemente), un determinado input puede provocar que el sistema cambie a ese estado crítico y varíe drásticamente su respuesta o incluso colapse.

Todos estamos a expensas de este fenómeno y me temo que siempre llega. Hay que mentalizarse. Propongo dos cosas: adoptar hábitos físicos y mentales saludables (sin obsesionarse), y no acudir jamás a reuniones de antiguos alumnos.