EL EXPERIMENTO de hacerme newsless durante una semana ha resultado satisfactorio.
No ver los noticiarios televisivos no me supuso ningún problema, desde hace años veo muy poca tele en general. Lo de los periódicos (digitales, salvo el del sábado en papel) me costó un poco más, porque era una rutinilla para mí. Pero nada, a los tres días dejé de echarlos de menos.
Conclusión: he podido vivir perfectamente sin las noticias de actualidad y le recomiendo a todo el mundo que lo pruebe.
Tampoco es que me haya vuelto repentinamente súper mega feliz, o sea, ¿sabes? (pronúnciese con voz nasal y afectada), pero sin duda me he ahorrado una matraca importante. Si a esto le sumamos algunos otros hábitos cotidianos (sonreír, comer y dormir mejor, simplicidad, leer, moderación digital, actividad física, etc.), la mejora en felicidad (o plenitud, en terminología estoica) empieza a ser apreciable.
Otra cosa guay de ser newsless es que es gratis. Por ahora.
